lunes, 11 de abril de 2011

LIMITACIONES ALIMENTICIAS

Este fin de semana ha sido agotador. Hemos tenido la visita de un amigo que no conocía la ciudad y lo hemos apadrinado prácticamente las 24 horas. ¡No he tenido tiempo para nada! Pero como hemos salido más de lo habitual, sí tengo mil cosillas que contar. 

Lo primero, hace referencia a las comidas. Yo no soy, por desgracia, una de esas personas que puede afirmar: A mi me gusta todo.

Tengo mis manías. Reconozco que algunos alimentos me desagradan, pero tampoco en exceso (creo). Pero hay gente que va muy limitada por la vida. No les gusta casi nada. Y claro, ir con ellos a comer es un martirio, porque sabes que sólo puedes ir a un cierto tipo de restaurantes, nada de improvisaciones, nada de experimentar (que no era el caso de nuestro invitado).

Que manera de perderse cosas de la vida... Entiendo que algunas cosas se hagan duras de probar: yo no probaría cerebro de mono (que aunque está prohibido, me consta que todavía lo sirven en algunos rincones del mundo). Pero lo que no puede pasar es que un grupo entero queden para ir a un restaurante nuevo y uno de la nota porque esto no me gusta, lo otro me da asco, etc. A parte que acabas quedando como un mal educado.

Desde mi punto de vista, el paladar también se educa. Tengo claro que normalmente los hijos cogen las mismas manías que los padres. Así que si a los padres no les gusta la cebolla, sus descendientes acostumbran a no ser amantes de la cebolla. Es simple.

Tengo una amiga que da la nota siempre. Casi no le gusta nada de nada. No le gusta la carne "que tiene mucho gusto a carne" (¿eing?), no le gusta el huevo demasiado hecho ni tampoco demasiado crudo, no le gusta las salsas, etc. Un no acabar de no me gusta... 


Y luego viene la parte divertida: la disección del plato. Les llega el plato a la mesa y lo primero es la cara de asco. Me gusta observar el ritual que hacen, me hace reír. Pero no hay para tanto, si algo no te gusta no te lo comas. Pero no, si algo no gusta lo separan a golpecitos, como si fuera un trozo de alien radioactivo que más vale no tocar, es tóxico.

Y ya el colmo es cuando se lo quieren sacar del plato. A veces la gente no quiere que le traspasen más alimentos, ni tan siquiera su propia pareja. Pero algunos se empeñan en sacar del medio los alimentos "tóxicos". Total, acaba siendo un circo con un trozo de comida en suspensión que no se sabe dónde meter y que muchas veces termina cayendo encima del mantel. ¿No les da vergüenza? 

Hay que tener un poco de capacidad de ir por el mundo. No puedes se puede ser tan quisquilloso con todo, a no ser que un alimento pueda provocar un claro dolor para la salud de uno. Entonces nada de lo anterior es aplicable, excepto que no hace falta poner cara de asco. 

Como siempre, el origen es una educación. Incluso si yo me veo limitado, no quiero que mis hijos vivan esa limitación. Eso hacer menos libre a una persona. Pero por lo que veo no todo el mundo comparte mi opinión...

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