viernes, 30 de diciembre de 2011

LA ELEGANCIA DE LA SEDA

Si hay un tejido que para mi supera los otros este es la SEDA. Es elegante, es sensual, es femenino, combinable: ¡lo tiene todo! LA ELEGANCIA DE LA SEDA


























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jueves, 29 de diciembre de 2011

¿YA TENÉIS PLAN PARA EL FIN DE AÑO?

"¿Ya tenéis plan para el fin de año?" Está preguntita es una de las más pronunciadas el mes de diciembre junto a "¿Qué has pedido a los Reyes?" y "¿Te has portado bien?" a los pobres niños atemorizados.

Confesaré una cosa: no me gusta la noche de fin de año. Acostumbra a ser un tostón. Si vas a una discoteca está a rebentar. Pedir una copa te cuesta más del doble de tiempo. Hay mucha gente, traen consigo una borrachera patética y parece que no hubieran salido en años por el desmadre que generan. No hace falta ni hablar de las macrofiestas... Es lo peor de la vida.

Una vez fui a una. ERROR. Ya sabía yo que no quería ir... Pero me insistieron y por no parecer una asocial y una finolis de cuidado, acepté. Total, la entrada valía un dineral, había mucha gente, si tenías ganas de ir al baño, ya podías ir pensando en cruzar mil kilómetros y encontrar un lavabo prefabricado con pipí por todos lados excepto en la taza (y otras cosas también se pueden encontrar, pero no hace falta entrar en detalles asquerosos). El alcohol malísimo, en un punto ya no les queda hielo, un frío horroroso, etc. En fin, lo más patético que he visto nunca.

Luego están los fines de años en restaurantes. Una vez fuimos con mi príncipe. Me lo pasé muy bien con él, cómo siempre que nos vamos a cenar juntos. Pero esta vez no escoges los platos y te cuesta el doble. Es una opción que puede estar bien dependiendo de la compañía. También lo hicimos otro año, con amigos. Lo que pasó al final es que había una serie de individuos  a los que no conocíamos que se nos acoplaron un poco, y la verdad, parecían sacados de la guerra de las galaxias... 

Y finalmente quedan las fiestas en casa. Un pringado decide hacer la fiesta en su casa (pringado porque al día siguiente tendrá que limpiar cosa mala) y la gente va llegando. En según qué situación puede estar muy bien, la verdad. Creo que es la mejor opción. Al menos, lo que gastas está absolutamente a tu gusto. La gente creativa puede inventarse alguna actividad divertida para amenizar la noche. Creo que es la mejor opción.

Pero lo que menos soporto, es la histeria del teléfono cuando han sonado las doce campanadas. Yo me imagino a los propietarios de Vodafone, Movistar, Orange, etc. brindando por el dineral que ganan esa noche. Es como una necesidad eso de mandar mensajes o llamar a todos. No a dos, a mil. Un mensaje escrito y a mandarlo a un grupo entero. Siempre se colapsan las lineas de teléfono... Yo mando un mensaje a mi príncipe cada año: el primero quiero que sea para él. Pero lego me freno. 

Aunque pensándolo bien: estamos en crisis. Hacer girar la economía ya va bien. Así que manden mensajes, manden. Yo no lo haré. Este año, cuando hayan sonado las doce campanadas, observen a la gente que tienen a su alrededor. Después de un "Feliz año nuevo" observen como cogen los teléfonos y se quedan aislados durante un rato (largo) con el teléfono en la mano. La imagen da pena. Era mejor antes, cuando la gente estaba por lo que estaba y las felicitaciones ya se habían hecho.

Por cierto: ¡FELIZ AÑO NUEVO!



miércoles, 28 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD: Capítulo 5. Juegos

CLAUDIA se sintió absolutamente libre. Se entregó, apartó todas las dudas de su mente y pudo ser ella, alguien quien tenía guardado en su interior. Incluso, reflexionando luego, pensó que no podía ser posible que ella fuera tan... ¿salvaje? No sabía cómo definirlo, sólo sabía que se lo había pasado más que bien.

Para cenar pidieron una cesta de fruta para la habitación que fueron compartiendo viendo una película juntos. Y luego volvieron a hacer el amor. No se cansaba, no quería alejarse de él nunca más. Deseaba que el tiempo se parara allí, en esa habitación, con ese hombre. Y fundidos en un abrazo, se durmieron.

A la mañana siguiente la despertaron los golpes en la puerta. "Madre mía, si estoy en el hotel!" Y entonces Adrián que ya estaba duchado corrió las cortinas, la miró y le dijo:

Buenos días princesa. ¿Has dormido bien?

Ella asintió con la cabeza y Adrian abrió la puerta. Les traían el desayuno y los periódicos. ¡A ese ritmo en dos días se pondría como una foca! Pero es que era todo tan bonito, tan bien presentado... que no se podía resistir.

- ¿Qué hora es?
Son las 9:30.
- ¿Qué? Dios mío, llego tarde. Tengo que darme prisa.
No te vayas... 
- Adrián, tengo que ir! He de abrir la tienda. Hoy me llegan unos pedidos de piel que hice. Como no esté allí se van a ir!
Ya te llevo con la moto. 
- Mil gracias.

Y la acercó a la tienda. Una vez llegada la calma en la tienda, pensó que no  había sido muy agradecida. Así que debía hacer alguna cosa para solucionarlo... ¿Cómo podía sorprender a un hombre así? Nada material, debía ser algo personal. ¡Ya lo tenía! Un streptease. Al momento pensó: "¿estás mal de la cabeza Claudia? Te morirás de la vergüenza y más que un estreptease harás un espectáculo cómico..." Pero qué rabia le daba, no poder darle a Adrián algo para poder sorprenderle por sus verguenzas. Tenía muchas ganas de llamarlo, seguir viviendo esa aventura, pero debía estar al frente de la tienda, y más en fechas navideñas, dónde se vende mucho y hay mucho trabajo. 

Pasó el día y se fue a casa. Decidió hacer una bañera relajante. Mientras estaba sumergida en el agua pensaba en Adrián. ¿Quién era en realidad? No sabía demasiado de él. ¿Cómo se ganaba la vida? ¿Por qué estaba en el hotel? Entonces, algún día acabaría porque se marcharía? Pero luego pensaba, ¿Por qué tantas preguntas? No pasa nada, sólo lo pasamos bien, eso era diferente, no podía dejarse frenar por sus dudas, ni quería agobiarlo. Le mandó un mensaje de texto: "Muchas gracias por un día tan especial! Me lo paso muy bien contigo."

Pasaron dos horas y Adrián no contestaba. ¡Qué desilusión! Ella sólo pensaba en él... ¿Estaría con otra persona? Basta, se dijo a si misma; esta obsesión no podía continuar. "Debo hacer mi vida. Luego me pasa lo que me pasa..." Decidió irse a dormir. Pero a las 3 de la mañana, sonó el teléfono. Sin pensar en nada, descolgó.

Hola. Hecho de menos tu olor. 
- Hola Adrián... estaba dormida.
Quiero verte... ¿Puedes abrirme?
- ¿Estás aquí?
Compruébalo... Sal a la terraza. Pero quiero que salgas como vayas ahora, no te vistas.
- De acuerdo...

Y se dirigió a la terraza. Al mirar hacía abajo, ahí estaba él, con su abrigo largo y negro; con el teléfono en una mano y un cigarro en la otra. 

Ella abrió la puerta y se fue al baño a lavarse la cara y beber un poco de agua. Cuando se giró Adrián estaba a su lado. No le dijo nada, la cojió por la cintura y se la acercó mientras le daba un beso. Su manera de agarrarla era fuerte, dominante. Él llevaba la sinfonía. La pusó contra la pared sin dejar de besarla y le arrancó los dos tirantes del camisón que cayó al suelo por su ligereza. Claudia se quedó sorprendida pero encantada. Le sacó el abrigo que quedó al lado de su camisón y lo cogió por el cuello de la camisa para llevarlo a la cama. Hicieron el amor y luego se durmieron. 

Al día siguiente se vistieron tomaron un café, y Claudia le dijo que debía ir a la tienda. 

- ¿Te incomodó que apareciera a esa hora?
- No, de hecho me gustó... Seguiría aquí contigo, pero debo irme...
Nos veremos pronto, seguro.

Cerrarón y pidieron el ascensor. Adrián la cogió por detrás y le levantó la falda.

-¿Qué haces? Nos pueden ver... - dijó Claudia entre risas.
Quiero algo tuyo...
- Ah sí? Como qué?
Quiero tus bragas... - Claudia volvía a entrar en un estado de tensión excitante. Lo apartó le dio su bolso y se sacó las bragas. Se las pusó en el bolsillo del abrigo.
-Toma, guárdalas bien. Son mis preferidas...
Te las devolveré el día que quedemos y vengas sin nada... Cuando tu quieras.

Claudia quedó para comer con su amiga. La pobre la había estado persiguiendo con llamadas y la cuidaba mucho. Le debía una explicación. Le contó que había conocido a Adrián, la pasión con la que hacían el amor, sus ganas de verlo en todo momento... 

Creo que una está enamorándose... Pero ten cuidado, que tus errores anteriores no se repitan. Hazte valorar, eh? Aunque si te puedo ser sincera, este tío es demasiado... ¿atento? No te voy a mentir, ¿dónde estaba antes? ¿Qué trabajo tiene? ¿Edad? ¡Es que no sabes nada!
- Diana no me atosigues; yo también me hago estas preguntas. Pero no quiero sentarlo y hacerle un tercer grado como si fuera una histérica o un policia. De hecho, me da igual. Lo que sé es que cuando estoy con él me lo paso muy bien. Y que me ha descubierto un mundo de pasión que yo no conocía. Y aunque me da un poco de miedo o tensión, me encanta, me engancha.
Dirás que te da sexo del bueno. Me parece a mi que a ti lo que te hacía falta era hacer un polvo como Dios manda y por fin lo has conseguido. En este sentido me alegro por ti. ¿Lo podré conocer? 
- No sé, seguro que sí. Supongo... ¡Es que no sé si esto va en serio o es un juego y nada más. Lo que sé es que lo estoy disfrutando. Y quiero ir a comprar ropa interior...
¡Uuuuuy! ¡Esta no es Claudia! Qué alegría me das. Vamos, pedimos la cuenta y nos vamos a una tienda que conozco dónde hay unos conjuntos para morirse.

Compró tres conjuntos de lencería. Pero seguía sin braguitas des de la mañana... De vez en cuando miraba el teléfono, por si había alguna llamada de Adrián. Pero nada. Se despidieron y regresó a la tienda. La chica de las tardes le dijo:

Ha venido un señor preguntando por la diseñadora de los bolsos. Dijo que quería hablar directamente contigo
- ¿Ah si? Y no te ha dejado ningún nombre o tarjeta? 
- No ha dicho nombres, pero ha dejado este sobre. 
- Ok, gracias.

Claudia abrió el sobre: "19:15 Cine Metrópolis. Sala 3" era una entrada de cine para una película independiente. Seguro que era Adrián. Pero ya eran las seis pasadas, debía apresurarse si quería llegar. ¿Pero quería? ¿O debía  hacer lo que su amiga le había recomendado, quedarse en la tienda y estar al frente de su negocio? Se moría de ganas de ir... Si siempre estaba dispuesta estaba dando una imagen de accesible absoluta, siempre dispuesta, siempre atenta. Pero ¿qué más daba? No lo hacía por él, era ella quien quería ir a los sitios, era ella que estaba encantada de los planes, ella decía SÍ. Además Adrián era respetuoso, siempre se preocupaba por si algo le molestaba.

No sabía que hacer... 

sábado, 24 de diciembre de 2011

COMPLEJO DE URRACA



En estas fechas, que suelen darnos regalitos a todos, me doy cuenta que hay una serie de personas que tienen tendencia a acumular objetos, entre  las que me incluyo. Es un comportamiento como de urraca.

No sé muy bien por qué, pero está claro que la tendencia es a acumular todo tipo de cosas inútiles sin tener el valor de tirarlas. Hay quien guarda unos pantalones que nunca podrá volver a ponerse, un bolso más que desgastado, un reloj medio roto, objetos decorativos horrorosos, ceniceros por doquier ahora que ya no fuma, etc. 

Y el colmo ya es cuando guardamos en cajas cosas tipo: cargadores de teléfonos que ya no usamos (por si algún día nos sirven), tornillos de algo que hemos desmontado, invitaciones de boda de hace mil años, maderas sueltas de algún mueble inservible, etc.

¿Qué nos impulsa a guardar todo esto? Ni idea, no tiene demasiado sentido, porque luego, cuando nos hace falta un cargador, lo compramos; cuando necesitamos unos tornillos, vamos a la ferretería, entre otras cosas porque ya no nos acordamos dónde hemos puesto los que habíamos guardado. Total, una acumulación estúpida.

¿Cuando usaremos todo eso? Nunca. Y cada navidad que pasa, acumulamos más y más cosas. No puede ser bueno. Uno se da cuenta de lo que acumula cuando hace un traslado o similar. Entonces alucinamos de la de cajas que debemos hacer y de la de cosas que guardábamos. Así que he decidido que este año, voy a hacer un buen repaso a toda la casa. Armarios, cajones, etc. Y voy a tirar todas las cosas inútiles. 

Hay que vencer este complejo de urraca tan poderoso porque la vida no trata de esto. El hecho de acumular tantas cosas hace como si pensáramos que el pasado era genial y no el presente. Vivimos en el pasado y guardamos pedacitos de él. Claro que hay alguna cosa que queremos guardar, pero no es necesario guardarlo todo. 

A parte, limpiamos el coche de porquerías, limpiamos nuestro cutis, pues por qué no limpiar nuestras objetos? No sé si seré capaz de discernir qué es valioso y qué no, pero lo intentaré. ¿Alguien se apunta a esta limpieza personal?





viernes, 23 de diciembre de 2011

LA ALTERNATIVA A LOS VESTIDOS

LA ALTERNATIVA A LOS VESTIDOS






Para aquellas que no les gustan los vestidos y tienen una fiesta de fin de año programada, el corsé es un elemento a tener en cuenta. La prenda en sí es de lo más femenina y tiene muchas posibilidades. Combinada con unos pantalones negros y unos buenos tacones podéis crear un look de fiesta espectacular! 


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FELICITACIÓN NAVIDEÑA

Solíamos enviar una felicitación navideña a todos los amigos y familiares por correo. Hoy en día, con internet, la gente ya no lo hace. Algunos cuelgan una felicitación global, otros utilizan plataformas que tienen postales ya hechas para personalizar y otros sencillamente usan el teléfono para mandar un sms a todos sus contactos.

Me diréis melancólica, pero era más bonito lo de la tarjeta. Supongo que el hecho de escribir una vez para todos lo hace menos personal y  más global. Como todo en este mundo. Pero es lo que hay... Así que desde aquí os doy mi felicitación navideña a todos: 


OS DESEO A TODOS UNA FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO! ESPERO QUE VUESTROS DESEOS SE CUMPLAN!


miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un pero detrás de otro

Volviendo a uno de mis posts habituales, hoy voy a quejarme de la actitud de una serie de individuos que nos rodean. Se llaman los "peros". Existen los ni-ni, los no-no, los indignados y también los "peros".

Para quien no los conozca, los peros son ese tipo de persona que cuando alguien habla, sea quien sea y se hable de lo que se hable, dejan caer un pero detrás. Por ejemplo: uno le cuenta que fue al cine a ver una película y que le gustó mucho. El Sr. Pero, la haya visto o no, le encontrará algún defecto. A lo mejor es demasiado oscura, lenta, rápida, ruidosa, con mala música, con poco diálogo, etc.

Sea lo que sea, él/ella encontrará un motivo de desagrado. Eso, en si ya cansa mucho. Imaginar compartir vida con alguien así me desespera... Nunca debe estar contento... Nada es suficiente, ningún viaje le llena, ningún coche le entusiasma, ningun perfume le vuelve loco. ¡Qué manera de autoamargarse la vida! Porque el "pero" de verdad, no encuentra peros sólo en los otros, los encuentra en todo lo que hace. 

Y el colmo de los colmos es cuando el pero es de mal gusto. Uno se acaba de comprar un coche y viene el singusto este y le salta con un pero. Es para arrancarle los ojos... O le muestran una lámpara que han adquirido y salta con algún que otro inconveniente. Es tan superior sus ganas de decir algún "pero" que no puede retenerse y decir algo como: "¡Qué bonito!". Qué más le da a él el tema como para tener que actuar como un niño maleducado e impertinente que no se calla ni una. El tiempo nos da consciencia de lo que debemos y no debemos decir. A lo mejor esta gente tiene un problema de crecimiento educacional... 

Lo que está claro  es que los peros sólo aprenden de una manera: haciendo lo mismo o diciendo a la cara: "Oye, este coche que te has comprado es mono eh, pero gasta mucho. Eso es una fallo considerable." O algo directamente como: "Eres un amargado que sólo eres capaz de ver las cosas malas? Qué te pasó en tu infancia que estás así de traumatizado?"

Si tenemos algún Sr./Sra. Pero entre los lectores, estaríamos muy agradecidos que nos contaran por qué son de este manera. Al menos comprenderlos para ser un poco más comprensivos y no querer decirles cuatro cosas y cortarlos por la mitad cuando nos destrozan una ilusión. 

Y un último apunte: Señores y Señoras peros, hagan el favor de hacer un esfuerzo y no quejarse de nada de sus regalos navideños. 

sábado, 17 de diciembre de 2011

REGALOS PARA NAVIDAD: FUNDAS IPHONE

REGALOS PARA NAVIDAD: FUNDAS IPHONE


La Navidad está a la vuelta de la esquina. Y espero que muchos ya tengáis algunos regalitos preparados... Para aquellos que todavía tenéis un vacío en la lista de regalos (tanto para pedir cómo para regalar) aquí os dejo una selección de fundas para proteger el iphone y no tener que ir con las mismas fundas aburridas. A parte así podréis llevar vuestro iphone vestido por diseñadores y marcas más cool!



jueves, 15 de diciembre de 2011

MODELOS Y PESOS

Cuando parecía que el tema de la anorexia se había entendido des de las grandes empresas de la moda, nos llegan dos acontecimientos este mes que nos dejan un poco perplejos.

Recientemente, la empresa Elite models ha elegido a Julia Schneider como la modelo del año que según Elite representa el ideal de belleza. Esa modelo tiene sólo 15 años, 1,79cm de altura y poco peso...  De hecho, tan poco peso que uno la mete en un documental de la segunda guerra mundial en un campo de concentración nazi y se cree que es real. ¿Y eso es el ideal de belleza?



A parte de el hecho que sólo tiene 15 años, que ya me parece una aberración, la chica está de lo más esquelética. ¿Qué mensaje le están dando a esta chica? "Oye, no te engordes ni un gramo, porque estando como estás eres la modelo del año de una prestigios empresa de modelos. Ni se te ocurra." Y la pobre adolescente qué hará? No engordarse, puede que incluso pensar en perder una par de quilos, ya que esto triumfa. Es su sueño, quiere ser una top model. 

La culpa no es de ella, la culpa es de Elite, de todos los que promueven estos cuerpos, de los que no ven la importancia de los inputs a los que pueden estar sometiendo a adolescentes sin un carácter definido, porque todavía lo están creando, cuyo afán es agradar a los otros. Es su momento, es su evolución, y los adolescentes buscan identidad. Y en medio de ese terremoto de hormonas y cambios personales que es la adolescencia meten esto en su mente. Algunos son más fuertes y otros no.


Deberían prohibir desfilar, posar o trabajar como modelo a las menores de 18 años. Eso no puede ser bueno para nada. Aunque seamos realistas, no sólo la moda tiene la culpa, los papis de las niñas que permiten que se dediquen con esa edad a esta industria son culpables también. de ninguna manera dejaría que una niña de 14 años desfilara por todo el mundo en lugar de ir al instituto a estudiar. Mal vamos con esas prioridades. Luego dirán que son tontas... ¡Si no han tenido tiempo de estudiar!


Vogue es parte de la polémica estos días porque escogió para su portada del número italiano a la modelo Karlie Kloss. El problema es que la bautizó como el cuerpo. La polémica ha sido tal que Vogue ha retirado de su versión online algunas de las fotos, dónde la modelo lucía unos shorts y mostraba los huesos de su cadera. No sé si llegasteis a ver la imagen, yo sí. Muchos internautas han comentado las fotos y han echado críticas a Vogue. La redacción de la revista responde que "consideran a la modelo un cuerpo musculado y tonificado". Lo de musculado es innegable...

La estadounidense Karlie Kloss tiene 19 años y muestra su extrema delgadez en las fotos de la revista. La modelo de 1,80 cm es una de las más cotizadas y este 2011 se ha puesto las alas para ser una de las modelos de Victoria's Secret. Muchos dirán que si la muchacha está sana y es así, pues qué problema hay, que a lo mejor estamos marginando a una chica por ser así naturalmente. Esto no es natural queridos. Lo primero es ver que la chica se pasa horas en el gimnasio, sino cómo se pueden tener esos abdominales... Pero lo que yo he buscado son fotos de Karlie Kloss de hace unos añitos. No muchos, claro, dada su corta edad. 

Como podéis ver en las fotos más abajo, la Karlie Kloss del 2009 no tiene nada que ver con la actual. Están ordenadas cronológicamente. Sinceramente, veo una imagen mucho más sexy antes que ahora, y no hace falta decir, porque salta a la vista, que la chica ha perdido peso estos últimos meses. Y bastante...  ¿no están de acuerdo conmigo que Karlie era  mucho más sexy, atractiva y guapa antes? ¿Qué la ha llevado a adelgazarse con lo perfecta que era? Más claro el agua, su trabajo. 








Lo peor de todo es que Vogue la nombre el cuerpo del Siglo XXI. Así se titula el reportaje de Steven Meisel: El nuevo Cuerpo (The New Body) ¿Se les ha ido la cabeza? No tiene nada del "El Cuerpo". Elle MacPherson sí que era el cuerpo. Ella estaba delgada, ¡pero se la veía saludable! 

Y lo que es aún peor, es que Vogue hiciera hace unos meses un manifiesto contra la anorexia con tres modelos que quedaron de lo más sexy en sus páginas... El mismo Meisel firmó ese manifiesto e hizo el reportaje Belle Vere. ¿Eso que es? A parte de crear polémica y vender las revistas para que el  morbo de unos cuantos se pueda ver saciado, qué supuesta empresa de prestigio es así de incoherente? Es hipocresía. Franca Sozzani, la directora de Vogue Italia, fue alabada entonces como la abogada de la causa antianorexia. Ahora es insultada por dejar en el olvido esas palabras que decían admirar las variedades del cuerpo femenino. 

miércoles, 14 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD: Capítulo 4. Entrando en calor

CLAUDIA tenía sus dudas. Estaba claro que si se quedaba no era sólo para charlar... Aunque no mostraba el nerviosismo, debía de notarse, pensaba ella. Pero intentaba mirarlo con seguridad para no dar una imagen que no quería. 

- Adrián, eres una persona muy segura de ti misma. Y me halaga que me hayas llevado aquí. Pero no sé nada de ti y eso me deja un poco intranquila. Pero me gustaría saber más de ti...
- Eso espero yo, verte más. Me seduce tu inocencia. Te llevaré a casa.
- No... Ya cogeré un taxi. Supongo que duermes aquí... - a ver si de paso averiguaba si era cliente del hotel o sólo un sitio dónde tomaba una copa habitualmente. 
- No me cuesta nada. Yo también debo ir a mi piso.

Adrián se levantó y la ayudó a ponerse el abrigo. Incluso le retiró el pelo del abrigo con alguna caricia aparentemente casual en el cuello. Ese hombre era todo un caballero. Los chicos con los que Claudia había estado no hacían esas cosas. La verdad es que le resultaba muy atractiva la manera de hacer las cosas. 

Volvieron al coche y de camino a casa hablaron un poco del tropiezo que tuvo el pobre aparcacoches cuando les daba las llaves. Era extraño para ella ir en un coche clásico descapotable en pleno diciembre, pudiendo ver las luces de Navidad de la ciudad en todo su esplandor. Le parecía mágico, otra visión de la ciudad. 

Llegaron a casa. "Ahora ya sabe dónde vivo", pensó Claudia con cierto desagrado. Paró el coche en doble fila y en lugar de quedarse en el coche y decir adiós, salió del coche, por lo que ella hizo lo mismo al momento. Y allí, al lado del coche, sin decir nada, él se le acercó, la cogió con una mano en la cintura y otra en el pelo y la besó. Claudia acercó su cuerpo y le devolvió el beso, que le supo a gloria. No quería separarse de él, pero lo hizo para pronunciar sin pensar:

- ¿Quieres subir a mi casa? 
- No. Nos vemos cuando tu quieras. Llámame, ya tienes mi número. 
- Vale, pero esta vez responde - Después de quedar como una desesperada por pedirle que subiera a casa tras negarle quedarse con él en el hotel al menos había sido rápida. ¡Bien! Él sonrío y se dio media vuelta para volver a subir al coche. Ella se quedó allí, mirándolo, como un protocolario adiós.- Gracias por traerme. 
- Un placer. Buenas noches.
- Buenas noches.

Y se fue. Y ella se quedó ahí, sin saber si se había equivocado no quedándose con él en el hotel. Pero ahora estaba más segura, ahora había visto a un Adrián más tierno, siempre seductor, atractivo y respetuoso. Ahora era diferente... Un poco tarde para verlo, pensó.

                                

A la mañana siguiente, la despertó el timbre de casa. ¿quién viene a mi casa un domingo? No puede ser él... Se levantó, se arregló un poco el pelo y se fue a abrir. Miró por la mirilla. Había un chico, un repartidor.

- Buenos días. ¿La señorita Claudia? 
- Sí, soy yo. 
- Esto es para usted. Si me puede firmar aquí...
- Claro...

Era una cesta con frutas, flores, croissants, cupcakes, mermeladas, pan recién hecho... Era el desayuno perfecto, incluso con el periódico del día. ¡Qué maravilla! había un sobre y una tarjeta. "Para que te sientas como en un hotel. Buenos días. Adrián". ¡Qué detalle! Gozó del desayuno como hacía tiempo que no lo hacía. Y claro, pensó que debía llamarlo para agradecerselo... 

- ¿Hola Adrián? Soy Claudia.
- Buenos días.
- Buenos días. Muchas gracias por la cesta. Me ha encantado.
- De nada. Estaba todo bueno?
- Estaba perfecto. ¿quieres que nos veamos? ¿Comemos?
- Perfecto. Te paso a buscar a la una. 
- De cuerdo... Hasta ahora.

Tenía dos horas. Rapidez: se ducho y se arregló. "Maldita Diana... Me ha sacado toda mi ropa cómoda del armario. Es domingo. Necesito algo normal." Cogió unos jeans y un jersei lila. Botines marrones y la cazadora de piel marrón. No quería ir con el mismo abrigo que ayer. Ya estaba preparada, media hora antes... Se sentía como una adolescente nerviosa. 

Adrián llegó puntual como un reloj. Pero hoy venía con una moto y dos cascos. "Espero que no te den miedo". Le dió unos guantes para las manos. Este hombre pensaba en todo... La moto fue la excusa perfecta para agarrarse a él. Y mientras podía gozar de su olor, ese olor que la dejaba hipnotizada. Llegaron a un restaurante en el casco antiguo de la ciudad. Era un poco "cutre" el sitio. Pero según Adrián, la señora cocinaba como nadie. Y era verdad. También allí lo conocián muy bien... Hablaron durante toda la comida. Claudia le contó un poco su vida, se contaron gustos, opiniones, hablaron de música, de cine... Sin entrar demasiado en sus vidas personales. 

- Me lo he pasado muy bien. Gracias por enseñarme este sitio.
- ¿Ya estás terminando el día? Son sólo las cinco de la tarde...
- ¡Perdón, no quería insinuar eso! Rectifico: me lo estoy pasando muy bien... Y este vino es buenísimo. 
- Bueno, creo que ahora estaría bien dar un paseo para poder bajar esta comida. A dos calles de aquí hay un mercado navideño que estoy seguro que ya conoces, pero que podemos ojear. 

Andaron una hora y media por las paraditas. La verdad es que Claudia se relajó mucho y empezaron a hacer bromas. Se probaron gorros de Papa Noël, de reno, etc... Pero Adrián no perdía ninguna ocasión de rozar una mano o acercar su cara a la de Claudia, siempre con esa capacidad para retirarse cuando más intensa era la sensación. Lo deseaba. Puede que el vino influyera un poco, pero le daba igual. Estaba en un cuento. Estaba disfrutando mucho. 

- Hemos cogido un poco de frío con tanto andar. Se te ha puesto la nariz un poco roja. Cada vez ye pareces más al reno...
- Sí, estoy sufireno la transformación navideña... La verdad es que ahora si estoy un poco helada.
- Pues vamos a calentarnos. ¿Me dejas que te cuide?
- Sí... - otra vez con esa sensación de nerviosismo en el estómago. ¿dónde la llevaría ahora? 

Cogieron la moto y la llevó al mismo hotel de ayer. Esta vez, en recepción le dieron una llave. "está claro dónde vamos", pensó Claudia. Pero le parecía bien. De hecho, se moría de ganas... En el ascensor había un botones de espaldas a ellos dos. Adrián la abrazó por detrás, le apartó el pelo del cuello y la besó lentamente... pasó su mano por la cintura y fue subiendo... Sónó un timbre: habían llegado a la planta. Se retió lentamente, sin prisas. "¡Por favor, qué control! Eso lo tiene más que estudiado." Pero le daba igual. Era su momento. No quería pensar demasiado. 

Llegaron a una habitación enorme, de hecho por tamaño debía de ser una suite. Pero no había visto nada en la puerta. Había un salón con dos sofás, mesa y cocina. ¡Eso era igual de grande que su apartamento! Ya solos Adrián se acercó y la ayudo a sacarse la cazadora. Abrió una botella de champán y le ofreció una copa. 

- ¿Entrando en calor?
- Sí, mucho mejor.

De pronto alguien llamó a lapuerta. Adrián fue a abrir. Con un "buenas tardes, adelante" dejó pasar a un chico y una chica que venían cargados y sonrientes. 

- Marc, Ana, está es Claudia. Hemos estado paseando y hemos cogido frío así que necesitamos entrar en calor y relajarnos un poco. 
- Ningún problema - contestó Ana - Si les parece, Marc se ocupará de Claudia y yo de usted. 
- Perfecto - dijo Adrián - Claudia, tienes un albornoz en el baño. Para que estés más cómoda, te dejaré aquí sola con él. Yo iré a la habitación. Es un gran profesional. Relájate.
- De acuerdo - contestó Claudia. Ya había observado que lo que llevaban era dos mesas de masajes. - Ahora vuelvo. 

Cuando regresó, Marc ya estaba de pie junto a la camilla esperándola. Una luz tenue y una música relajante habían invadido la habitación. Y las puertas correderas de la habitación estaban cerradas. Con una sonrisa tímida se acercó y Marc desplegó una toalla para que no la viera sacarse el albornoz. Se estiró en la camilla y el la cubrió con la toalla. Todavía tenía un poco de frío, pero en cuanto Marc empezó a masajearla se le pasó. Y empezó a pensar. Era extrañamente excitante pensar que ella estaba allí con un tío masajeándole todo el cuerpo y que en la otra habitación, Ana estaba con Adrián. Era incluso morboso... El masaje duró treinta minutos. Suficiente. 

El masajista le indicó que ya había terminado y que no se levantara de golpe. Fue a lavarse las manos y ella aprovechó para ponerse el albornoz. Cuando estaba atándose se abrieron las puertas correderas. Qué bien le quedaba el albornoz negro... Ana salió sonriendo y ya con la camilla en la mano. ¿Habrían hecho alguna cosa? Adrián volvió a llenar las copas y le ofreció una a Claudia. Y por fin se quedaron solos, relajados y sin frío. 

- Estás comoda? 
- Sí, pero no deja de ser extraño que estemos aquí los dos vestidos así.
- Te da vergüenza?
- Un poco...
- Pues no deberías... Tienes un cuerpo precioso.
- No lo has visto...
- Todavía no... pero lo intuyo... - Adrián se terminó la copa. la dejo en la mesa. Cogió la copa de Claudia e hizo lo mismo. La rodeó, y lentamente le abrió el albronoz, quedándo al descubierto sus hombros - Esta piel tan suave, que reacciona a mis caricias... - le besó el cuello. Claudia había cerrado los ojos de puro placer... - me gusta como hueles... Pero no puedes tener verguenza. Vamos a solucionarlo...

Adrián se apartó y fue hacía su armario. Mientras Claudia se volvió aponer el albornoz bien y terminó su copa de golpe. De hecho sirvió otra copa llena a los dos que casi fulminó. Adrián volvió con dos corbatas.

- Átame la corbata tapándome los ojos. Vamos, no seas tímida. - Y lo hizo. - y ahora yo voy a hacer lo mismo contigo. Date la vuelta e indícame que no veo nada...

Los dos a ciegas. Y Adrián empezó a desatarle el albornoz. Le cogió las manos y le indicó dónde estaba su nudo, para que ella hiciera lo mismo. Y Claudia decidió subir las manos hasta los pectorales de Adrián. Estaba fuerte, sin ser un esclavo de gimnasio. Subió aún más y le sacó el albornoz que cayó por su peso. Entonces Adrián hizo lo mismo, y la acercó. Sus dos cuerpos desnudos estaban tocándose y por lo que Claudia podía notar, Adrián estaba tan excitado como ella. Adrián la cogió de la mano y se la llevó a la cama; y allí unieron sus cuerpos por primera vez.



martes, 13 de diciembre de 2011

LA NO TECNOLOGÍA PARENTAL

Como sabéis, soy defensora de la igualdad entre géneros. No me gustan las diferencias absurdas.

Pero me fijo mucho en las costumbres, en el actuar de la gente y en los detalles y debo afirmar que no hay remedio: algunos comportamientos se calcan años tras años y la gente no se da cuenta del dolor que esto causa.

Ejemplo: pareja con niño pequeño salen con los amigos. Han quedado para una barbacoa con los amigos, por ejemplo. Entonces, para poder ir los dos deben llevar la comida del niño, que todavía es pequeño, y a la hora a la que le toca, se le da de comer. Fantástico. Una pareja que sabe conjugar la vida familiar con la social. Me parece estupendo. 

La pregunta es: ¿Quién le dará de comer al niño? Pues sí, la madre. ¿Por qué? No sé. Porque toca, diríamos. No hay razón aparente. Es el momento del aperitivo, el está con la cerveza delante del fuego con otros hombretones y ellas hablando de otras cosas. Y la que mira el reloj y le da de comer al niño es ella. Y punto. Me fijaba en ellos. Fue una tarea desarrollada íntegramente por la madre. 

A lo mejor ellos tienen un pacto particular y se lo juegan a piedra, papel o tijera. Uno no lo sabe. Pero yo hablo de los tópicos. De los que no se lo juegan, porque dan por sentado que es la madre quien debe hacerlo. (¿será por la costumbre?)

Ahora pongamos que se separan. ¿Quien cuidará del niño? Los dos! Pues no, eso sería una contradicción con la actuación mantenida todo el tiempo anterior a la separación. ¿Y que pedimos entonces? Un cambio de actitud. 

Eso me molesta. Hombres del planeta tierra, pónganse las pilas, para que sus demandas cuando las cosas van mal, tengan un fundamento real, no sólo la igualdad una vez separados. Igualdad antes y después. Porque si pueden después, podían durante. 

También he de decir, que en el momento en que el padre cogió al niño, para que ella pudiera comer un poco con tranquilidad, la madre, en lugar de descansar supervisaba todo lo que le padre hacía. No sólo eso, sino que lo corregía: "no le des tanto que se va a ahogar", "cuidado con esto que se lo puede poner en la boca", "límpiale la nariz que mira como va". 

La verdad es que la cara de hastío del hombre cada vez que oía un comentario estaba más que justificada... Que manera de bajar la moral. Oye, por qué no directamente les dicen: "Eres un desastre y no tienes ni idea de cuidar a nuestro hijo"?

Muchas mujeres tienen esta actitud con sus maridos. Y es muy destructiva. Uno acaba dándose por rendido y le pasa el niño a la madre. Al menos así no me llamarán idiota en público. Puedo entenderlo. Y no es plan de montar un numerito con todos los amigos para reclamar sus capacidades, eso sí que no... Pero papás del mundo: deben reclamar su igualdad frente a estos temas, deben decirles a sus parejas que les molestan estos comentarios y que también quieren participar de todo. Y sino, hagan lo mismo pero al revés. cuando ella esté haciendo algo, den directrices. Ya verán que no sienta nada bien. 

¿Cuándo terminaran estos roles absurdos? ¿cuándo un hombre podrá decir libremente y sin que le llamen calzonazos que ha preferido quedarse en casa y cuidar de sus hijos a trabajar? Para empezar: cuando será exactamente el mismo tiempo de baja maternal/paternal para los trabajos? 

Es que la cosa empieza a ser patética... Menos televisores 3D y más evolución mental...


lunes, 12 de diciembre de 2011

CARTA A LOS REYES MAGOS




Como cada año, he escrito mi carta a los Reyes Magos. Este año, he adaptado mis peticiones a la crisis. Pero lo que no voy a hacer con austeridad es la carta en sí. Como ya os dije el año pasado, la presentación es una cosa muy importante.

Así que para este año he decidido utilizar un papel de color verde oliva con su sobre a conjunto y cuando he terminado he puesto un poco de aroma de vainilla por encima. Huele de maravilla. No utilicen esas cartas ya preparadas con la pauta para escribir. son muy vulgares y están más que vistas. Ahí está la carta:


Queridos Reyes Magos,


Como cada año, he sido una persona muy buena. Este año, he adaptado mis peticiones a la situación que vivimos. Por ello sólo os pido unas cuantas cositas.


- Unos guantes grises de piel (yo sigo insistiendo porque veo que los dos últimos años este regalos no ha aparecido).


- Unas orejeras (la gente me llama friolera y exagerada, pero yo sigo diciendo que una cabeza caliente soluciona todos los problemas de frío).


- Una máquina de coser básica. (Hace días que tengo ganas de hacer yo mismo cositas... Ya sabéis que me encantan todas las cosas artesanales)


- Un colgante de Tiffany (me gustará que me sorprendan con su criterio).


- Una funda para mi iphone (me gusta cambiar mi funda según el look que llevo. ¡Cuantas más mejor!).


- Unas zapatillas de estar por casa (consulten mi post "de estar por casa" para escoger unas...).


- Tres botas UGG, cada una de un color diferente que como ya saben, son para ustedes. Así pueden aguantar toda la noche sin dolor de pies ni frío. 


- Unos Manolos de 13 cm. Cualquier modelo.


- Una cámara de fotos LOMOGRAPHY


Gracias por los regalos del año pasado, los he disfrutado mucho. Encontrarán tres cupcakes y un vaso de leche debajo del árbol para que puedan descansar un momento y de paso, observen lo bonita que he hecho la decoración navideña de la casa. 


Un abrazo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD: Capítulo 3. Emociones...

CLAUDIA se sobresaltó por el ruido del despertador. Lo apagó y se dio la vuelta. Quería seguir soñanado. Había soñado con el hombre de la discoteca. En el sueño, ella estaba en la barra de la discoteca y aquel hombre a su lado. La miraba, le sonreía y se le acercaba lentamente. Esos dos ojos no paraban de mirarla, ni tan siquiera cruzaban una palabra. Con una mano le apartaba el pelo de la cara y entonces la besaba suavemente... Se había excitado mucho...

Lo preocupante era que ya había soñado con él dos días seguidos. Pensó que lo llamaría. Esa era la oportunidad de cambiar no sólo por fuera, sino también por dentro. Por una vez, ella tomaría la iniciativa. Bueno... él le había dado el teléfono, pero ella decidía llamar. 

Una vez en la tienda, sentada tras el mostrador, se miraba el papel una y otra vez... Quería, pero no se atrevía. Decidió llamar por la tarde, que estaría más tranquila. Y la mañana de un lunes no es un buen momento. Al mediodía ya llegó Rebeca, la chica que tenía por las tardes en la tienda. Hablaron un rato y ella se cerró en el pequeño taller que tenía en el almacén. Había llegado la hora. Iba a llamar.

Marcó el número con cuidado de no equivocarse. Y entonces esperó. El teléfono sonaba. Primer tono...¿Qué le iba a decir? ¿"hola soy la chica de la barra"? Eso suena fatal. Segundo tono... Aclaró su garganta para que le saliera la voz sin problemas. Tercer tono... A lo mejor hubiera sido mejor no haber llamado. Cuarto tono... ¿Cuanto debía esperar? Colgó. Había estado una estupidez llamar. Mejor centrarse en su vida y olvidarse de tanta tontería. 

La semana pasó, sin novedades. De hecho ya no pensaba (demasiado) en ese hombre. Pero el siguiente sábado, le pidió a Diana ir a la misma discoteca que el fin de semana anterior con el argumento que se lo había pasado muy bien. No era mentira, pero pensaba que a lo mejor volvería a verlo... Se vistió con unos jeans y una sugerente camiseta de tirantes plateada. La noche pasaba y nada, no aparecía. Las cuatro de la mañana. Algún chico se le acercó, guapo por cierto, pero no quería saber nada de nadie. Bailaba y bailaba y por qué negarlo... lo buscaba. Las cinco de la mañana. No podía más. Fracaso de noche... Se despidió de su amiga que parecía haber encontrado plan para aquella noche. Cogió el abrigo y se dirigió a la salida. Al salir fuera cerró los ojos y respiró profundamente el aire frío de diciembre. ¡Qué placer! Y cuando abrió los ojos, allí delante, apoyado en un coche estaba él. Mirándola con la misma intensidad que la semana anterior. 

El corazón le dio un vuelco. Se puso nerviosa. Se ató el abrigo. ¿Qué hacia? ¿Le saludaba o se largaba sin más? No hizo falta. El fue hacia ella y le dijo:

- ¿Nos vamos?
- ¿Dónde? - dijo toda nerviosa ¿Cómo se atrevía a decirle tan directamente eso? Era una locura... Pero la verdad es que quería ir... ¡Pero si no sabía ni su nombre! 

No contestó, alargó la mano, y ella le correspondió. La acompañó al coche de delante. Era un coche clásico aunque Claudia no era capaz de saber qué modelo. Le abrió la puerta y le hizo un gesto para que entrara. Ella entró. Mientras él daba la vuelta, sin dejar de mirarla, pensó que estaba haciendo una locura. ¿Y si era un psicópata? Debía dejarle las cosas claras. En cuanto subió al coche y cerró la puerta le dijo:

- Oye mira, o me dices dónde vamos o me bajo del coche. Porque claro, entenderás que no es normal está manera de actuar, uno no se va con alguien que no sabe ni tan siquiera cómo se llama.
- Adrián. ¿tomamos una última copa?
- De acuerdo...

Hizo una sonrisa y arrancó el coche. Ella se sintió un poco idiota. Pensaba que eso de hacerse la dura no era su fuerte... Entonces pensó que no le daría más vueltas, que sencillamente se dejaría llevar. De hecho, no por ser prudente las cosas le habían ido demasiado bien. O a lo mejor era el alcohol que la hacía estar más decidida, le daba igual. Él no paraba de mirarla. En un coche, sin música y sin palabras el espacio se hace un poco asfixiante e incómodo. Pero él no parecía nada incómodo, al contrario, se le veía seguro. Claudia se percató de que olía muy bien, no reconocía el perfume, pero le encantaba.

- ¿Por qué me miras así?
-  ¿Te incomoda?
- Un poco...
- Hemos llegado.

La había llevado a un hotel del centro. Pero no un hotel cualquiera, a un 5 estrellas. Uno de esos hoteles de toda la vida. Un botones le abrió la puerta a Claudia que salió tímidamente. Adrián le dio las llaves sin mediar palabra. El botones sólo dijo: "Buenas noches". Estaba claro que sabía quien era ese hombre. A lo mejor estaba alojado allí. O a lo mejor llevaba a todas las chicas al mismo sitio...  Entraron en el hotel y fueron al bar. No había nadie. Normal, a esas horas... Lo extraño era que les sirvieran una copa. Un camarero vino rápidamente.

- Un whisky para mi y ella tomará...
- Un gintonic.

Y se quedaron solos. Mirándose. Ella no sabía que decir. Y el no parecía tener ningún problema en estar en silencio.

- ¿Estás nerviosa todavía?
- No, ya no tanto.
- ¿Me dirás tu nombre?
- Claudia.
- Muy bonito. Dime, ¿te gusta el riesgo Claudia?
- No mucho la verdad...
- Pues estás aquí...
- Sí, pero no suelo hacer estas cosas.
- Claro... Pero te gusta lo que sientes. Ese nerviosismo sube desde lo más profundo de ti hasta la cabeza y te deja con una sensación agradable que no sabes definir. Te pone tensa pero a la vez te engancha... - Adrián le cogió la mano y se la acarició resiguiendo todas las formas y sin levantar el dedo ni un momento. Ahora sí que tenía cosquillas. Se le escapó un suspiro más profundo y él levanto su mano y se apartó. Había llegado el camarero.

- Gracias Juan - ¿es que conocía a todo el mundo?
- Veo que te conocen mucho por aquí...
- Un poco.- dijo con una leve sonrisa.
- Qué suerte...
- ¿Tu crees? 
- Sin ninguna duda. Me gustan los hoteles. No te conocen pero te tratan muy bien, todo está perfecto y siempre es una sorpresa ver la habitación.
- A mi también me gustan. Pero me gustas más tu... - Claudia no supo que decir. Ese carácter tan directo la dejaba absolutamente descolocada. - Y dime, ¿a qué te dedicas, Claudia? 
- Soy diseñadora de bolsos. Tengo una pequeña tienda con mis colecciones. ¿Y tu?
- Yo soy un aburrido empresario. En cambio lo tuyo es muy creativo... Hay que ser una persona con imaginación y buen gusto.
- Bueno, no a todo el mundo le gustan mis bolsos.
- El que llevas es tuyo? 
- Sí.
- ¿Puedo?
- Claro.

Lo cogió con suavidad, lo examinó y lo tocó.

- Es muy bonito, y la piel tiene un tacto muy suave, como tu piel...
- Gracias.
- Claudia... - le puso la mano encima de la rodilla. Ella no le apartó, en realidad estaba encantada de tener su mano encima de ella - ¿te gustan las sorpresas?
- Depende... en general sí.
- Bien. ¿Quieres que te lleve a casa?

Claudia se quedó muda. Por un lado, quería quedarse; sus instintos pedían a gritos más emoción. Pero por otro lado, era mejor conocerlo un poco más. Incluso ese juego era digno de tener más tiempo y alargarlo. Tampoco sabía quién era, ni cómo actuaría. Miedo, sí, entre el nerviosismo había una pizca de miedo que no podía evitar sentir. ¿Pero debía sentir miedo de un chico al que parecían conocer perfectamente en el hotel y que desbordaba educación?

No podía esperar más, tenía que responder. Al final parecería una idiota...