sábado, 8 de diciembre de 2012

LA NAVIDAD Y SUS TRADICIONES

Me encanta la Navidad. Así como hay gente que dice que no la soporta, para mi es un momento perfecto del año. Me gusta tener la casa decorada con el árbol y el Belén. Una Navidad no es Navidad sin las luces, ni el árbol ni regalos.

Más allá de las escenas repelentes de la familia perfecta juntitos bajo el árbol de Navidad, hay una calidez que envuelve estos días que me encanta. Para algunos es todo una mentira consumista. No es que discrepe del todo, pero ¿y lo bonito que es comprar regalos y recibirlos? 

En nuestra casa rigen dos principios básicos: nunca hay suficiente luz en el árbol y el Belén debe ser grande. 

Hay gente que no tiene ni idea de hacer el árbol. Ponen todos sus esfuerzos en hacer un árbol bonito y les queda una mezcla de colores hortera y chillona. Pero bueno, quien hace lo que puede no está obligado a más, dicen. Hay gente que directamente va a una tienda y dice "póngame unos de estos" y compran el árbol ya decorado. Poco espíritu navideño...

Normalmente nosotros decidimos unos colores y en base a esto, hacemos el árbol. Hace años que nos decantamos por colores cálidos. El rojo es mi color preferido, y ha estado en nuestro árbol muchas veces. Pero este año hemos decidido cambiar. Hemos decidido que sea azul y plata. En un principio la elección nos pareció perfecta. Hemos ido a unos mercados navideños y hemos comprado luces azules. Como ya os he dicho, nunca tenemos demasiadas luces. Así que hemos puesto casi mil bombillitas azules, como cada año.

El año pasado eran naranjas y quedó perfecto. Este año, hemos comprado un árbol de verdad. Nada de plástico. Compramos un árbol que nos encantó. Con serias dudas de si cabría en casa, pusimos ese árbol esbelto dentro del coche. Tuvimos que abrir el techo corredizo del coche y cruzamos la ciudad con un tercio del árbol sobresaliendo como una antena. La gente nos miraba y alucinaba. Esto no es la primera vez que nos pasa. Finalmente, cuando lo tuvimos en casa, nos dimos cuenta que el árbol tocaba el techo, así que hemos tenido que hacerle un pequeño corte de pelo para que no toque el techo.  Ese olor a Navidad ha invadido la casa. 

Y ayer decidimos ponernos manos a la obra y decorar el árbol. Pusimos las lucecitas azules. Y pasó algo: es escandalosamente luminoso. Definitivamente, no repetiremos el color azul nunca más. Al menos por ahora. Puede que nos influya que hace más de cinco años que usamos colores cálidos. Pero por ahora, el azul no nos convence...

La segunda parte de nuestra decoración es el Belén. Eso hace que uno de nuestros muebles se vea invadido por un Belén espectacular que da gusto ver. Mi Príncipe coronado es un maestro en eso. Crea escenas preciosas y hace montañas en el Belén. Estoy segura que si hubiera un concurso por ahí, ganaríamos el primer premio. 

No estoy hablando por hablar: no falta un huerto, un río, una cueva, los mini farolillos ni la fogata. Si no me creéis, mirad estas fotos de nuestras escenas de varios años. 






Y ya lo tenemos. Orgullosos de nuestras dos creaciones, nos miramos la casa. Ahora sólo queda que se llene de regalos...