sábado, 12 de febrero de 2011

ETERNA PELUQUERÍA

Hoy he ido a la peluquería. Ya me tocaba, no se puede ir con una cabeza con autopistas, que una parecería una descuidada... Pero la verdad es que ir a la peluquería siempre me ha dado un poco de pereza. 

No me gustan las peluquerías dónde me hacen perder el tiempo, aquellas que mientras te atienden a ti, cogen a otras personas para poder facturar más: prefiero pagar más y que el trato sea sólo para mi. He probado miles, y más o menos, a la que acudo en el presente me cuadra con mis preferencias.

Dejo de ir a una peluquería cuando veo que llevo 21 minutos con una mascarilla, no porque el producto lo requiera, sino porque están acabando de secar a la pobre mujer que también ha tenido tiempo de echarse una siesta mientras le ponían la mascarilla. Obviamente, también dejo de ir si los resultados no me gustan. 

La que yo visito la lleva un chico de esos con aspecto de eterno adolescente. Un poco como Leonardo Di Caprio, no es que se parezca físicamente, pero parece que los años no les pasan. La verdad es que son un poco lentos, pero hacen lo que yo deseo: atenderme a mi y no a otras personas a la vez. 

Pero hoy ha habido un cambio: un trabajador nuevo. El chico estaba muy nervioso. Se ha presentado debidamente, me ha dicho que se llama Lorenzo y que es de Italia. El jefe (DiCaprio para que me entendáis) le ha dado instrucciones de lo que me debías hacer. cómo y con qué productos. 

Pues bien, el pobre Lorenzo se ha pasado 24 minutos preparándome para hacerme las mechas. Primero me ha hecho mucha gracia. Nunca nadie había tardado 24 minutos exactos en preparar la mezcla, peinarme el pelo, separarlo y dividirlo para proceder a hacer las mechas. Y el chico calculaba al milímetro: la ralla perfecta, bien cogido el pelo, etc. He pensado: mira como se esfuerza pobre chico.

Al cabo de dos puñeteras horas he pensado: "acabará algún día?" Se me dormían las piernas, mi culo se había transformado en un cuadrado y ya me había leído 5 revistas... ¿Cómo pretende llevar una peluquería así? Esto no es rentable por el amor de Dios, entre pagar los productos, agua, luz y alquiler le saldrá la hora a 2 euros! Y el hombre con todo su perfeccionismo a veces repitiendo un mismo gesto hasta tres veces (a lo mejor padecía de una grado elevado de neurosis pobrecito).

Y el final no llegaba... Y luego faltaba que subiera el color del último trozo... ¡Qué desesperación! Total, que le he dicho que espabilara que me dolía la espalda. Y al menos me ha hecho caso. Ha aumentado su ritmo y hemos acabado en diez minutos más. Luego sube el color, lava cabeza, masaje capilar (que no falte por favor) y cuando pretendía ponerme la mascarilla le he dicho: "Oye no me pongas mascarilla que no puedo más. Tu pon suavizante y la semana que viene ya vendré a hacerme un tratamiento". Me ha dado pena porque el pobre chico se estaba esforzando, pero oye, ir a la peluquería no puede suponer 4 horas y media, es más de media jornada laboral. Es que no les salen los números con este nuevo fichaje. 

Así que sintiéndolo mucho, y aunque en el sillón masajeador del lavacabezas se estaba bastante bien, no he querido pasarme ni diez minutitos más. Volveré, pero nunca más un sábado, y si veo venir a Lorenzo, tendré que ser más clara... 

Pero he llegado a la conclusión, que si no me gustan las peluquerías no es porque yo sea rara, sino que tener la sensación de perder el tiempo, irse con dolor de espalda, y escuchar el rollo de alguna pesada que está a mi lado es lo que hace que las evite. Necesito un peluquero a domicilio, así mientras veo una peli que me vaya peinando...


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