domingo, 12 de diciembre de 2010

QUIERO ESE BOLSO, ¿Y QUÉ?

Siempre tengo la misma discusión con todo el mundo (excepto con una amiga que comparte 100% mi punto de vista). Cuando les digo que quiero un bolso del que estoy enamoradísima, después de explicarles como es (alguna gente no sabe qué bolso es) y su historia, me preguntan cuanto cuesta.

Y yo les digo el precio: unos 16.000 euros. Y todo el mundo se lleva las manos a la cabeza.

Pues no estoy de acuerdo. ¿Qué vale un coche? ¿Y un coche de lujo? ¿Y cuanto tiempo lo va a tener? Según el coche se devaluará, si es un clásico es probable que su precio aumente con los años, pero ya ha costado una buena suma de dinero si no es una herencia. Entiendo que el coche cubre una necesidad, pero según qué coche no es una necesidad. Pues lo mismo con el bolso.  

Entonces, ¿cuál es el problema con mi bolso clásico? Yo también lo cuidaré, lo guardaré en su funda, lo sacaré en ocasiones especiales. No es tan sólo un bolso, es una joya. Y como tal lo trataré. Su precio no se devaluará más que el de un coche de lujo con años. Lo digo con conocimiento, porque si lo buscas de segunda mano, no lo encuentras por menos de 10.000 euros.

Este bolso tiene su valor: piel de cocodrilo, un diseño atemporal, elegante, único, existe hace años. ¿Alguien sabe de qué bolso hablo? ¡Es un icono de la moda!


Pero claro, el problema es otro. El problema radica en que es un bolso. Un complemento que utilizan las mujeres y que no se toma en serio. Y menos con la entrada de marcas como MISAKO, con todos mis respetos, que soy poseedora de algún MISAKO, pero claro no hay el equivalente de MISAKO en coches.

Si es un reloj, está bien que cueste 30.000 euros. Un coche, un anillo, un mueble, etc.… Pero un bolso no. Un mueble de 20.000 euros los hay, lámparas incluso. Pero el bolso es un sacrilegio.

Pues no estoy de acuerdo, quiero un Kelly.

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