sábado, 13 de octubre de 2012

LLORONA DE NACIMIENTO

Debo confesar que soy una llorona. Sí, es inevitable. Soy así. Y en este caso no puedo decidir cambiarlo. Debo tener el lagrimal un poco flojo y las lágrimas brotan con una facilidad que espanta.

Y no tiene por qué ser en situaciones tristes, que también. Basta con una imagen que me emocione para que mis ojos dejen de ver a su alrededor porque se inundan de agua. La verdad es que me gustaría poder controlarlo un poco más. Y ya lo hago. Pero el nudo en la garganta y la humedad de mis ojos sigue ahí, así que para los que están a mi alrededor, es evidente que estoy a punto de llorar.

Algún anuncio consigue hacerme llorar, películas, situaciones históricas, etc. Pero hay un tema que me hace llorar siempre. Situaciones en las que veo a una persona mayor desvalida. Eso me puede por encima de todas las cosas. Cuando era pequeña, con unos 13 años, iba en autobús a la escuela. Un señor mayor vio que el autobús estaba a punto de cerrar puertas y empezó a correr para llegar a tiempo. Yo estaba sentada dentro y vi perfectamente como aquel pobre hombre cayó al suelo. Un escalofrío atravesó mi cuerpo, me levanté y bajé del autobús sin pensarlo dos veces a ayudar a ese hombre que ya estaba sangrando.

Y seguidamente yo, como una pava total empecé a llorar. Pero no me paralizo y lloro. Puedo seguir actuando con racionalidad, pero mis ojos están ahí, por su cuenta, llorando. Seguro que quien me vio pensó que era mi abuelo o algo así, pero no, sencillamente me emociono. Luego llegué tarde al colegio, obviamente...

Y el otro día, durante la semana horribilis me pasó algo similar. Hay un bordillo cerca de casa que está un poco más alto que el resto. Ya he visto algunas caídas allí. Un pobre señor estaba allí y una moto pasó rápido delante de mi. El señor se retiró dando un paso atrás y ¡zas! al suelo. Cayó lentamente, se apoyó en su hombro (por suerte porque la cosa podía haber sido mucho peor), y aterrizó dándose un golpe. 

Y la super pija al rescate (llorando, claro). Paré el motor. Me dio igual quien tenía detrás. Bajar del coche y ayudar con lo que haga falta. 

Debo decir que nadie pitó ni nada parecido. Supongo que vieron la situación. ¿Por qué me pasa esto? Es que no os podéis imaginar lo desmesurado que es el tema con la gente mayor. Cuando tenía 15 años me apunté como voluntaria para ayudar a la gente mayor. Me saqué un título de voluntariado y estuve con ellos mucho tiempo. Mis problemas de salud hicieron que dejara esa actividad. Me conmueve ver como nos volvemos frágiles de cuerpo y lo encuentro muy injusto, la verdad.

Otro de mis grandes dramas fue cuando mi madre me contó antes de ir a dormir un cuento: el patito feo. La pobre lo contó tal como es. Pero no pudo terminarlo como debe ser porque en el momento que dijo que su madre y sus hermanos no lo querían porque era diferente a mi me cogió un ataque de llorar y llorar sin parar mientras decía: "¿Por qué su mami no le quería?". Al final, sin poderme calmar me dijo que el patito feo luego se convirtió en un cisne precioso y todo el mundo le quería, así rápido para que parara de llorar. Pero no funcionó, yo ya tenía el disgusto: su mami no le quería. 

Bueno pues así soy: llorona. Como ahora que sólo de recordarlo y escribirlo, ya me caen las lágrimas...


1 comentario:

  1. PArtiendo de la base que llorar es bueno para el alma, debo reconocer que hay ciertas canciones, momentos, etc,, que me hacen aflorar lágrimas casi instantámente....

    un ejemplo: el violín de la BSO "La lista de Schlinder"

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