Hoy quiero hacer una reflexión para que quede clara mi opinión acerca de los príncipes.
Yo, como habéis leído en muchas ocasiones, considero que tengo un príncipe a mi lado. No sé la idea mental que genera esta denominación en la gente. Espero que no estéis viendo a esos príncipes de Disney con esa dentadura gruesa y blanca, esa cinturilla de avispa y ese cuerpo hecho con cuadrados en todos lados. Pero mucho me temo que para una parte de la población sí es ese príncipe...
Pues bien, quiero que quede claro que mi príncipe es un príncipe del siglo XXI. Estamos hablando de una nueva estirpe de príncipes. El nuevo príncipe debe ser un hombre educado, comprensivo, alegre, listo, detallista, etc. Podríamos decir mil cosas, pero lo más importante, es que no estamos hablando de ese príncipe que cubre la necesidad de sentirse protegida y salvada de los malvados villanos del reino. Ese príncipe ha muerto.
Villanos hay igual, reinos podríamos decir que también, pero príncipes y princesas...
Mi príncipe es un príncipe moderno. Con esa elegancia clásica pero una mente actual. Eso es un príncipe... Y no monta a caballo, monta en un deportivo. Me llega a mi un hombre oliendo a caballo y me muero... Mi príncipe no goza viéndome cantar a los pajaritos, goza cuándo bailamos y hacemos el loco juntos. Porque de la misma manera que el príncipe no debe desenfundar la espada contra los malos, yo tampoco debo jugar a ser la princesa que lo trata como una madre, como si fuera un incapaz con una serie de temas.
Es decir, el rol que Disney nos tiene acostumbrados no es nada bueno para las personas... Más bien diríamos sexista. Pero claro que mi príncipe me cuida, pero no como si fuera una inútil; me cuida cuando estoy enferma con una gripe horrorosa y estoy medio muerta en el sofá. Pero de la misma manera que lo hago yo con él. Me molestaría mucho verlo con actitudes protectoras al estilo Disney o parentales conmigo... Y lo sabe. Y claro que me dejo cuidar, tampoco soy una orgullosa que por narices no puedo pedir ayuda. Si me veo en apuros, lo llamo...
En definitiva, quería que quedara claro, que un PRÍNCIPE hoy en día es otro tipo de príncipe, su objetivo de vida no es salvar a una princesa. Y no por ello se sienten vacíos. Luego pasa que hablas con las niñas y te das cuenta que están esperando un príncipe de los dibujos animados... y ello me traumatiza, sobretodo porque ellas quieren ser la princesa del cuento...
Tanto que me gustan las películas de dibujos... Pero cuánto daño puede hacer Disney...
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