Hoy tengo un noticia fantástica: ¡Me voy de viaje!
Mi príncipe, unos amigos y servidora nos vamos la próxima semana de viaje. ¡Me hace una ilusión bárbara! Hace tiempo que tenía mono de avión... Y eso me ha hecho pensar en que tengo que hacer la maleta (sí, ya lo pienso ahora). Lo confieso: me encanta hacer maletas... Es como un hobby. De un acto tan natural yo hago todo un ritual.
Primero, miro el parte de la previsión meteorológica; luego cojo papel y pluma (nada de lápiz), y me pongo a hacer una tabla con los días que estaré fuera. Y hago cuentas, así se a la perfección cuanta ropa necesito.
Pongo una música de fondo, y me relaja muchísimo. Yo trabajaría haciendo maletas. Me encantaría que la gente me dijera: "Oye, ¿puedes venir a hacer la maleta?" o "¿Me enseñas a hacer la maleta?". Porque queridos amigos, tengo un don para hacer maletas. Tengo un sistema especial para hacer caber muchas cosas en la maleta y que la ropa nunca llegue con arrugas... Camisas bien dobladas, trajes... lo que sea.
Y seguro que mis lectores habituales están pensando que soy de esas que se lleva todo lo que puede y más. Pues no, yo me llevo lo justo. Y tengo mis cositas adaptadas a tamaño viaje como serums, secador, perfume, etc. Todo igual pero en miniatura. Hay que reconocer que en invierno la cosa es un poquito más complicada; la lana ocupa mucho espacio...
Porque hay gente que no tiene ni idea de hacerse una maleta. Calculan mal y acaban poniendo de todo y más. Y se dejan lo importante. Una vez fui de viaje con unas "amigas" y cuando una de ellas abrió la maleta aluciné: no estaba ni tan siquiera doblado. Más que una maleta parecía la ropa sucia... Eso sí, ella toda mona siempre. Incoherente, mire por dónde se mire. Ya sabemos que es un poquito desordenada... Realmente, una maleta te puede contar muchas cosas de una persona, a parte de la colocación, podemos ver qué considera importante tener con ella cuando está fuera de casa.
Cuando llego al hotel, sea para una noche o para cuatro, la deshago toda y coloco la ropa en el armario. Me encanta verlo todo ordenado y en su sitio. La gente alucina, lo ven inútil. Puede que sí, pero yo me siento muy bien. Y a mi príncipe, obviamente, le encanta...
Y luego está qué tipo de maleta llevas. A mi gusto, las mejores son las de cuero envejecido, si son auténticas mejor que mejor. Pero cuesta encontrarlas. En su defecto, hay que reconocer que las maletas de Louis Vuitton son una pasada. Me encantaría tener toda una colección entera con tamaños y formas. Y si no, unas conjuntadas quedan súper bonitas en mis manos.
Así que ya lo sabéis, si necesitáis hacer una maleta estupenda, contactad conmigo y os contaré el sistema mágico...
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