"¿Ya tenéis plan para el fin de año?" Está preguntita es una de las más pronunciadas el mes de diciembre junto a "¿Qué has pedido a los Reyes?" y "¿Te has portado bien?" a los pobres niños atemorizados.
Confesaré una cosa: no me gusta la noche de fin de año. Acostumbra a ser un tostón. Si vas a una discoteca está a rebentar. Pedir una copa te cuesta más del doble de tiempo. Hay mucha gente, traen consigo una borrachera patética y parece que no hubieran salido en años por el desmadre que generan. No hace falta ni hablar de las macrofiestas... Es lo peor de la vida.
Una vez fui a una. ERROR. Ya sabía yo que no quería ir... Pero me insistieron y por no parecer una asocial y una finolis de cuidado, acepté. Total, la entrada valía un dineral, había mucha gente, si tenías ganas de ir al baño, ya podías ir pensando en cruzar mil kilómetros y encontrar un lavabo prefabricado con pipí por todos lados excepto en la taza (y otras cosas también se pueden encontrar, pero no hace falta entrar en detalles asquerosos). El alcohol malísimo, en un punto ya no les queda hielo, un frío horroroso, etc. En fin, lo más patético que he visto nunca.
Luego están los fines de años en restaurantes. Una vez fuimos con mi príncipe. Me lo pasé muy bien con él, cómo siempre que nos vamos a cenar juntos. Pero esta vez no escoges los platos y te cuesta el doble. Es una opción que puede estar bien dependiendo de la compañía. También lo hicimos otro año, con amigos. Lo que pasó al final es que había una serie de individuos a los que no conocíamos que se nos acoplaron un poco, y la verdad, parecían sacados de la guerra de las galaxias...
Y finalmente quedan las fiestas en casa. Un pringado decide hacer la fiesta en su casa (pringado porque al día siguiente tendrá que limpiar cosa mala) y la gente va llegando. En según qué situación puede estar muy bien, la verdad. Creo que es la mejor opción. Al menos, lo que gastas está absolutamente a tu gusto. La gente creativa puede inventarse alguna actividad divertida para amenizar la noche. Creo que es la mejor opción.
Pero lo que menos soporto, es la histeria del teléfono cuando han sonado las doce campanadas. Yo me imagino a los propietarios de Vodafone, Movistar, Orange, etc. brindando por el dineral que ganan esa noche. Es como una necesidad eso de mandar mensajes o llamar a todos. No a dos, a mil. Un mensaje escrito y a mandarlo a un grupo entero. Siempre se colapsan las lineas de teléfono... Yo mando un mensaje a mi príncipe cada año: el primero quiero que sea para él. Pero lego me freno.
Aunque pensándolo bien: estamos en crisis. Hacer girar la economía ya va bien. Así que manden mensajes, manden. Yo no lo haré. Este año, cuando hayan sonado las doce campanadas, observen a la gente que tienen a su alrededor. Después de un "Feliz año nuevo" observen como cogen los teléfonos y se quedan aislados durante un rato (largo) con el teléfono en la mano. La imagen da pena. Era mejor antes, cuando la gente estaba por lo que estaba y las felicitaciones ya se habían hecho.
Por cierto: ¡FELIZ AÑO NUEVO!
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