CLAUDIA se sintió absolutamente libre. Se entregó, apartó todas las dudas de su mente y pudo ser ella, alguien quien tenía guardado en su interior. Incluso, reflexionando luego, pensó que no podía ser posible que ella fuera tan... ¿salvaje? No sabía cómo definirlo, sólo sabía que se lo había pasado más que bien.
Para cenar pidieron una cesta de fruta para la habitación que fueron compartiendo viendo una película juntos. Y luego volvieron a hacer el amor. No se cansaba, no quería alejarse de él nunca más. Deseaba que el tiempo se parara allí, en esa habitación, con ese hombre. Y fundidos en un abrazo, se durmieron.
A la mañana siguiente la despertaron los golpes en la puerta. "Madre mía, si estoy en el hotel!" Y entonces Adrián que ya estaba duchado corrió las cortinas, la miró y le dijo:
- Buenos días princesa. ¿Has dormido bien?
Ella asintió con la cabeza y Adrian abrió la puerta. Les traían el desayuno y los periódicos. ¡A ese ritmo en dos días se pondría como una foca! Pero es que era todo tan bonito, tan bien presentado... que no se podía resistir.
- ¿Qué hora es?
- Son las 9:30.
- ¿Qué? Dios mío, llego tarde. Tengo que darme prisa.
- No te vayas...
- Adrián, tengo que ir! He de abrir la tienda. Hoy me llegan unos pedidos de piel que hice. Como no esté allí se van a ir!
- Ya te llevo con la moto.
- Mil gracias.
Y la acercó a la tienda. Una vez llegada la calma en la tienda, pensó que no había sido muy agradecida. Así que debía hacer alguna cosa para solucionarlo... ¿Cómo podía sorprender a un hombre así? Nada material, debía ser algo personal. ¡Ya lo tenía! Un streptease. Al momento pensó: "¿estás mal de la cabeza Claudia? Te morirás de la vergüenza y más que un estreptease harás un espectáculo cómico..." Pero qué rabia le daba, no poder darle a Adrián algo para poder sorprenderle por sus verguenzas. Tenía muchas ganas de llamarlo, seguir viviendo esa aventura, pero debía estar al frente de la tienda, y más en fechas navideñas, dónde se vende mucho y hay mucho trabajo.
Pasó el día y se fue a casa. Decidió hacer una bañera relajante. Mientras estaba sumergida en el agua pensaba en Adrián. ¿Quién era en realidad? No sabía demasiado de él. ¿Cómo se ganaba la vida? ¿Por qué estaba en el hotel? Entonces, algún día acabaría porque se marcharía? Pero luego pensaba, ¿Por qué tantas preguntas? No pasa nada, sólo lo pasamos bien, eso era diferente, no podía dejarse frenar por sus dudas, ni quería agobiarlo. Le mandó un mensaje de texto: "Muchas gracias por un día tan especial! Me lo paso muy bien contigo."
Pasaron dos horas y Adrián no contestaba. ¡Qué desilusión! Ella sólo pensaba en él... ¿Estaría con otra persona? Basta, se dijo a si misma; esta obsesión no podía continuar. "Debo hacer mi vida. Luego me pasa lo que me pasa..." Decidió irse a dormir. Pero a las 3 de la mañana, sonó el teléfono. Sin pensar en nada, descolgó.
- Hola. Hecho de menos tu olor.
- Hola Adrián... estaba dormida.
- Quiero verte... ¿Puedes abrirme?
- ¿Estás aquí?
- Compruébalo... Sal a la terraza. Pero quiero que salgas como vayas ahora, no te vistas.
- De acuerdo...
Y se dirigió a la terraza. Al mirar hacía abajo, ahí estaba él, con su abrigo largo y negro; con el teléfono en una mano y un cigarro en la otra.
Ella abrió la puerta y se fue al baño a lavarse la cara y beber un poco de agua. Cuando se giró Adrián estaba a su lado. No le dijo nada, la cojió por la cintura y se la acercó mientras le daba un beso. Su manera de agarrarla era fuerte, dominante. Él llevaba la sinfonía. La pusó contra la pared sin dejar de besarla y le arrancó los dos tirantes del camisón que cayó al suelo por su ligereza. Claudia se quedó sorprendida pero encantada. Le sacó el abrigo que quedó al lado de su camisón y lo cogió por el cuello de la camisa para llevarlo a la cama. Hicieron el amor y luego se durmieron.
Al día siguiente se vistieron tomaron un café, y Claudia le dijo que debía ir a la tienda.
- ¿Te incomodó que apareciera a esa hora?
- No, de hecho me gustó... Seguiría aquí contigo, pero debo irme...
- Nos veremos pronto, seguro.
Cerrarón y pidieron el ascensor. Adrián la cogió por detrás y le levantó la falda.
-¿Qué haces? Nos pueden ver... - dijó Claudia entre risas.
- Quiero algo tuyo...
- Ah sí? Como qué?
- Quiero tus bragas... - Claudia volvía a entrar en un estado de tensión excitante. Lo apartó le dio su bolso y se sacó las bragas. Se las pusó en el bolsillo del abrigo.
-Toma, guárdalas bien. Son mis preferidas...
- Te las devolveré el día que quedemos y vengas sin nada... Cuando tu quieras.
Claudia quedó para comer con su amiga. La pobre la había estado persiguiendo con llamadas y la cuidaba mucho. Le debía una explicación. Le contó que había conocido a Adrián, la pasión con la que hacían el amor, sus ganas de verlo en todo momento...
- Creo que una está enamorándose... Pero ten cuidado, que tus errores anteriores no se repitan. Hazte valorar, eh? Aunque si te puedo ser sincera, este tío es demasiado... ¿atento? No te voy a mentir, ¿dónde estaba antes? ¿Qué trabajo tiene? ¿Edad? ¡Es que no sabes nada!
- Diana no me atosigues; yo también me hago estas preguntas. Pero no quiero sentarlo y hacerle un tercer grado como si fuera una histérica o un policia. De hecho, me da igual. Lo que sé es que cuando estoy con él me lo paso muy bien. Y que me ha descubierto un mundo de pasión que yo no conocía. Y aunque me da un poco de miedo o tensión, me encanta, me engancha.
- Dirás que te da sexo del bueno. Me parece a mi que a ti lo que te hacía falta era hacer un polvo como Dios manda y por fin lo has conseguido. En este sentido me alegro por ti. ¿Lo podré conocer?
- No sé, seguro que sí. Supongo... ¡Es que no sé si esto va en serio o es un juego y nada más. Lo que sé es que lo estoy disfrutando. Y quiero ir a comprar ropa interior...
- ¡Uuuuuy! ¡Esta no es Claudia! Qué alegría me das. Vamos, pedimos la cuenta y nos vamos a una tienda que conozco dónde hay unos conjuntos para morirse.
Compró tres conjuntos de lencería. Pero seguía sin braguitas des de la mañana... De vez en cuando miraba el teléfono, por si había alguna llamada de Adrián. Pero nada. Se despidieron y regresó a la tienda. La chica de las tardes le dijo:
- Ha venido un señor preguntando por la diseñadora de los bolsos. Dijo que quería hablar directamente contigo.
- ¿Ah si? Y no te ha dejado ningún nombre o tarjeta?
- No ha dicho nombres, pero ha dejado este sobre.
- Ok, gracias.
Claudia abrió el sobre: "19:15 Cine Metrópolis. Sala 3" era una entrada de cine para una película independiente. Seguro que era Adrián. Pero ya eran las seis pasadas, debía apresurarse si quería llegar. ¿Pero quería? ¿O debía hacer lo que su amiga le había recomendado, quedarse en la tienda y estar al frente de su negocio? Se moría de ganas de ir... Si siempre estaba dispuesta estaba dando una imagen de accesible absoluta, siempre dispuesta, siempre atenta. Pero ¿qué más daba? No lo hacía por él, era ella quien quería ir a los sitios, era ella que estaba encantada de los planes, ella decía SÍ. Además Adrián era respetuoso, siempre se preocupaba por si algo le molestaba.
No sabía que hacer...
Uy que porno se vuelve esto! pero que vaya la cuestion es disfrutar los momentos, pero quien sera?? quiero la 6º entrega!!!!!
ResponderEliminarYo creo que debe ir porque no se puede quedar con la duda. A parte, en el fondo se muere de ganas...
ResponderEliminarAhora entiendo que te gustara (post posteriores) la trilogía de Grey. Entiendo que investigaras más. Pero te diría que las fantasías pueden viviese, simplemente hay que escucharse y comunicarse. Eso sí esta absolutamente reñido con la superficialidad de el pijiterio. Donde todo es fachada. Un Ama
EliminarQuerida Ama,
EliminarDe eso trata mi blog y mi opinión: de que el "pijiterio" auténtico no es superficialidad, de hacer ver que hay una casta que vive de superficialidad (no siempre "pijos"), pero que no todos los ricos son los malos de las películas y unos hipócritas. ¿Por qué piensas que no vivo mis fantasías? A lo mejor no estás viendo más allá de la superficie que pones por una etiqueta...
La Pija
Primero de todo, gracias por responder.
ResponderEliminarLamento que te hayas sentido atacada, no era mi intención. Cosa que no estoy segura de poder afirmar en tu respuesta.
Realicé la conjetura de que no vivías tus fantasías sumisas por: “No os negaré que la fantasía resulta erótica, pero según he leído, no todas las fantasías deben ser realizadas, por eso se les llama fantasías. Así que la culpa se esfuma...”
Entrar a debatir sobre tu opinión y tu blog, de su temática y su meta, me parece bastante absurdo por mi parte (el blog es tuyo), además que lo haría con bastante desconocimiento.
Del tema de los pijos podría hablar y mucho. Pero ni tengo interés al respecto, ni creo que tú tengas ganas de generar un debate.
Cordialmente, El Ama
Querida Ama,
ResponderEliminarMi respuesta no era un ataque, te lo aseguro. Y respecto a la frase "la culpa se esfuma", hablaba en general, porque hay mucha gente que tiene fantasías que no quiere llevar a cabo. Son situaciones que les gusta pensar pero saben que no las querrían hacer.
Des de mi parecer y por lo que me he informado, hay algunas fantasías que se quieren realizar y otras que no. De hecho es lícito. Ya sabemos que el sexo hay que vivirlo como uno quiera.
Generar un debate no estaría mal, lo digo de verdad! Me gusta saber las opiniones de todos. Por suerte, nadie posee la verdad absoluta. Supongo que tenemos opiniones basándonos en los momentos que vivimos y que nos esculpen creando nuestras opiniones, que hay que respetar como tu veo que haces.
Es un placer que comentes lo que tu quieras y cuando quieras en este blog.
Muchas gracias!