CLAUDIA decidió cambiar.
Al menos lo intentaría. Su amiga Diana estuvo muy contenta al oirlo: "ya era hora que sacaras a relucir ese cuerpo. ¡Dale una alegría mujer!" Quedaron el siguiente sábado para ir de compras. La verdad es que se lo pasó muy bien. Siempre reía con Diana. La consideraba una chica muy loca. Pero ahora pensaba que a lo mejor la loca era ella. No estaba segura, pero quedarse sin hacer nada no era lo que tenía que hacer. Compraron vestidos, faldas, zapatos de tacón, botas, etc. No sólo eso, sino que Diana le limpió el armario: "¿Cómo puede ser que una tía que crea bolsos tan bonitos como tu tenga ropa tan poco femenina? ¡Fuera, fuera, fuera! No te lo tiro, ¡te lo confisco!"
Al menos lo intentaría. Su amiga Diana estuvo muy contenta al oirlo: "ya era hora que sacaras a relucir ese cuerpo. ¡Dale una alegría mujer!" Quedaron el siguiente sábado para ir de compras. La verdad es que se lo pasó muy bien. Siempre reía con Diana. La consideraba una chica muy loca. Pero ahora pensaba que a lo mejor la loca era ella. No estaba segura, pero quedarse sin hacer nada no era lo que tenía que hacer. Compraron vestidos, faldas, zapatos de tacón, botas, etc. No sólo eso, sino que Diana le limpió el armario: "¿Cómo puede ser que una tía que crea bolsos tan bonitos como tu tenga ropa tan poco femenina? ¡Fuera, fuera, fuera! No te lo tiro, ¡te lo confisco!"
Al día siguiente Claudia se vistió diferente. Se sentía rara. No era ella. Fue a comer con Diana que cuando la vio venir le dijo: "Qué cuerpo tienes... ¿Pero dónde vas con ese andar lángido y melancólico? ¿Y ese moño? Deja tu pelo que respire el aire, sino para qué lo tienes largo?" Así que siguiendo sus consejos una vez más; también su pelo vivió un nuevo amanecer y paso por unas tijeras.
Curiosamente, en esos días de cambio estaba más creativa. Dibujaba nuevos bolsos. Lástima que la Navidad estaba a la vuelta de la esquina y no podría tenerlos a tiempo... Pero tras esa nueva imagen había un viejo corazón. ¿Cómo encontraría a alguien? ¿Tenía razón Diana cuando le decía que no estuviera tan pendiente del amor y que lo estuviera más del sexo? Esos días empezaban a hacerse un poco amargos, tantas luces de navidad, tanto bombardeo familiar y de hogares felices... Y ella allí sin nadie. Viernes por la tarde y sin plan para el fin de semana.
Pero Diana, que la conocía desde pequeñita, la pasó a ver por casa. Más que a ver, a recoger.
- Venga niña, vístete. Es hora de disfrutar. Vamooooos...
- No Diana, te lo agradezco, pero estoy muy cansada. Mejor otro día, estoy bien.
- No me iré de aquí sin ti.
- Como sabes que soy de fácil convencer...
- Pues sí... Por cierto, ¿me dejas un bolso?
Así que se vistió con unos pantalones de pitillo negros, un top de seda negro con escote y un blazer negro. Una cola de caballo, un poco de maquillaje y lista.
- Lo tuyo no son los colores, ¿verdad? Al menos toda esta ropa nueva es sexy...
Fueron a cenar y luego a uno de esos locales que Diana conocía. Y dónde la conocían... Porque no hacía más que saludar a gente y presentárselos. No la dejaba ni un segundo. Y copas y más copas... Al final entre bailes y copas, Claudia pudo escapar un momento y sentarse en un hueco que había en la barra. Respiró profundamente, se giró un momento para ver si localizaba a un camarero y entonces vio a un hombre que la miraba fijamente.
Le incomodó la mirada. Era penetrante. Insegura una vez más, miró hacia otro lado. Pero volvió a mirarlo. Él seguía en la misma postura. Era atractivo, no guapo. Llevaba el pelo corto, una camisa negra y un abrigo encima. Pero lo que era extraño era su capacidad intimatoria. Claudia le hizo una sonrisa un poco forzada y se giró. Ese hombre la ponía nerviosa. Al fondo Diana seguía bailando sin parar.
De pronto alguien le tocó el hombro. Era el camarero. "Me han dado esto para ti." Y le dio un papel. Lo abrió. Había un número de teléfono.
-Quien te lo ha dado?
- Ese tio del final de la barra... Que por lo que veo ya se ha largado.
Supuso que se refería al hombre de negro que había desaparecido. Lo buscó con la mirada, pero no había rastro de él. Se lo guardó. ¿Tenía que llamar? Claro que no, no sabía ni quién era. Esa prepotencia con mirada de hielo no podía ser nada bueno. Además, era un hombre bastante mayor que ella, por muy atractivo que fuera, era un peligro seguro. Pero no olvidaba su mirada...
Se durmió pensando en ese hombre. Y soñó con él...
Se durmió pensando en ese hombre. Y soñó con él...
Que emocion! Si yo fuera claudia lo llamaria, nunca se sabe! Me encantan los hombres asi! Que lo llame!
ResponderEliminarSandra
Si si que lo llame!!!
ResponderEliminarWawwww esta chica es un diamante en bruto, si se pule se comera el mundo! Yo tambien llamaria al hombre, al menos para conocerlo!
ResponderEliminarRaquel