Ayer fui a comprar en uno de estos centros enormes dónde los restaurantes y las empresas pueden ir a comprar lo que necesiten para su negocio. No quiero decir nombres porque no sería ético (creo...).
Es una maravilla... ¿Quiere usted pequeños jabones para su hotel? Aquí los encuentra. ¿Quiere usted un cartelito de mesa ocupada? Encontrará mil modelos diferentes. Y yo me vuelvo loca allí. Me encanta.
Empiezo cogiendo un carro enorme. De hecho son todos enormes... Me sentí como una niña cuando intentaba manejar el carro que se me hacía tan grande. Cuando entro, me marco un recorrido para no perderme ni una esquina, voy dando vueltas como una S para poder pasar por todos los pasillos. Y mi problema es el siguiente: me lo llevaría todo. Ayer vi, por ejemplo, la típica máquina de bar para hacer los zumos de naranja naturales, con ese tubo para poner las naranjas que van cayendo solas... Me la hubiera llevado. Pero un punto de racionalidad hizo que me detuviera y pensara que aquello era demasiado grande para la cocina...
También me enamoré de un par de sillas de despacho... ¡Qué cómodas! Y al lado mil tipos de archivadores de todos los colores, rotuladores, lápices, bolígrafos, cajas enormes de clips, papeles de todos colores, cajas registradoras... ¿Por qué me lo llevaría todo?
Luego llega el sector alimentación. Allí uno encuentra lo que no encontrará en ningún otro lado. La sección de sal me hace caer en la tentación siempre: sal de todo el mundo, de todos los colores y con unas presentaciones que enamoran. Me llevo una siempre. La sección de los champús también fue analizada y saqueada. Lo mismo que la del vinagre y lo peor de todo: la sección de dulces.
Una empieza con chocolates... luego galletas de todo el mundo... y luego chuchessss. Sí, más de diez metros lineales de chuches en cajas enormes que te llaman y dicen: "cómprame, cómprame". Sacos de nubes, de sugus, de ositos de colores, de regaliz... Y claro, algo cae...
El problema de estos súpers es que lo que venden no lo venden por unidades sueltas (algunas cosas sí, pero la mayoría no). Y claro comprar 10 paquetes de 1kg de azúcar no es racional. Por muy barato que sea, no acabaremos con el azúcar ni el 2015. Así que la fórmula es la siguiente: ir con alguien conocido que quiera compartir las compras.
Otra de las secciones que me alucinan es la de bebidas. Encontrar más de 50 tipos de ginebras y licores hace que me sienta como una ignorante total acerca de los combinados... Me dieron ganas de comprar alguna botella rara y diferente de ginebra. Por que si llego a casa con más de 5 botellas de alcohol mi Príncipe coronado pensará que me vuelto loca...
Por ello he decidido que haré un grupo con amigos que quieran compartir cositas. Así podremos dividir las 24 latas de tomate, aceite, azúcar y todo lo que se pueda dividir. También he tomado una decisión: hay que comprar un arcón congelador para poder tener más espacio. Decidido. Necesario.
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