lunes, 7 de febrero de 2011

DE PRINCESAS Y OTROS CUENTOS


Hoy me ha venido a la cabeza, una conversación que tuvimos con unas amigas una noche de verano cuando justo entrábamos en la adolescencia. Éramos unas 5 o 6, lo tengo un poco borroso la verdad. Estábamos tomando un helado. Poca cosa más puedes hacer en esos aburridos 14 años. Es una época que no puedes irte de copas y quedarte en casa con tus padres no es lo que más te motiva. Y la verdad, no había Facebook, ni redes sociales conocidas.

Pues estábamos ahí hablando y no sé cómo la conversación derivó en el hecho de casarse. Me quedé alucinada cuando vi que todas tenían planeada su boda, incluso me supieron hacer una descripción perfecta del vestido que llevarían: que si el mío será blanco roto, el mío marfil, con un tul por aquí y por allí, que será en una masia encantadora, yo me casaré a los 27, yo en el mes de junio, etc. Todas, menos yo. Yo no dije nada, pero no pasé desapercibida, porque una de las chicas me dijo: 

- ¿Y tu? ¿Cómo será?
- Pues no tengo ni idea... No lo sé. No sé cuando me casaré. Y no sé quién será, por lo tanto no puedo decidir sola. - respondí yo un poco temerosa de sus miradas.

Y en un segundo me vi abrumada de preguntas y críticas: cómo puede ser que no hayas pensado en ello, y cómo no tienes nada claro; al menos sabrás alguna cosa, a lo mejor es que no te quieres casar nunca, etc. 

Y yo no soy ni era rara. Yo, precisamente yo, que me sé todas las canciones de Disney, que he visto la Sirenita mil veces y la Bella y la Bestia otras tantas, yo que de pequeñita sólo quería vestidos blancos y rosas! El trauma que me causó cuando mi madrina me regaló un vestido negro de pana con mariposas de colores cuando tenía 6 años... La verdad es que el vestido era precioso, pero en ese momento sólo vi el color negro... Me pasé toda la tarde llorando. Y no es un decir, es literal. Al final me lo cambió la pobre mujer. Yo era una princesita, pero no idiotizada... A lo mejor más realista. Sin ninguna duda puedo afirmar que yo nací princesa. 

Porque de lo que ellas hablaban no era imaginaciones, era su futuro real, sus ideas exactas de cómo tenía que ser. Sin importar nada más, ni teniendo nada más en cuenta. Y luego todas esas princesas, nos damos cuenta que han pasado los años, y que el príncipe azul se tira pedos, que las princesas engordamos y que las canas y las arrugas están al caer (que conste en acta que todavía no tengo ni una cana, arrugas alguna, pero son de expresión...). Pero eso no quiere decir que esas princesitas no guarden su sueño en su interior. 

Y des de mi punto de vista, es un error. Su sueño es egoísta y poco realista, ya que ha sido formulado sin tener en cuenta todo lo que va más allá de su cabecita. Y llegará el día ( o no) que se casarán y si todavía tiene aquella idea en la cabeza pueden tener un disgusto enorme cuando las cosas no sean como ellas querían... Viven en un sueño mientras se les escapa la realidad ¿Por qué ninguna me dijo nada de la pareja? Imaginaria, vale, pero ninguna la nombró. No había sapos en su cuento... ¿Será todo culpa de Disney?

Pues bien, el tiempo ha pasado. De esos sueños de princesas quedan pocos. Sé más o menos que están haciendo cada una de ellas actualmente. Una vive en el extranjero de fiesta en fiesta. La otra vive en pareja, sin boda por el medio. Una se casó porque se quedó embarazada sin quererlo de un chico (al menos se casó con él y son felices). De las otras, no lo sé con certeza. Creo que una no está casada, la otra puede. 

Nada más lejos de sus ideas... ¿Y yo? Pues yo os confieso: Yo sí soy una princesa. Con príncipe. Y castillo. Y algo más también... Yo nací princesa porque brujas sobraban. Es lo que hay...

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