lunes, 7 de noviembre de 2011

EXTREMOS


Lluvia, lluvia y más lluvia. No es una queja, es un hecho. Llevamos días de lluvias incesantes. Una no puede ir a pasear al perro sin tener que estar después un buen rato con el secador, no para mi, que voy con paraguas, sinó para el perro que parece no molestarle mojarse.


Hemos pasado de días de sol y calor a lluvias y nubes. De un extremo al otro. Y todos estamos de acuerdo en que no es lo habitual. Lo normal sería un término medio, o un período pequeño de calor y sol y vuelta a la lluvia, que por eso estamos en otoño. Pues no: antes no había setas porque no havia agua y ahora se van a morir por demasiada agua...

Los extremos, por lo general, a los seres humanos nos molestan. Y aún así, mucha gente decide ser extremista con sus vidas y decisiones. O blanco o negro, nada de grises. O fumo o no fumo. O voy al gimnasio tres veces por semana o no voy ni una. O me gusta un alimento o no lo soporto.

¿Cuál es el causante de la radicalidad de ser extremista? He reflexionado mucho sobre el tema y he decidido que el causante es el orgullo. El maldito orgullo. La gente toma decisiones radicales por orgullo. Debe ser eso. No hay otra explicación.

Una amiga nos falla, nuestra reacción es: "no volveré a contarle nada nunca más". El nunca más está en nuestra boca rápidamente. Alguien que nos quiere nos dice, por ejemplo, me molesta esto de ti. Respuesta primera mental: "vale, no te preocupes, nunca más lo voy a hacer"(con aires de ofendidos). ¿Y por qué reaccionamos así? Por orgullo. No hay más. Lo que no sé es por qué somos tan orgullosos... Creo que el orgullo se merece más reflexiones.

Pero nuestra radicalidad amaga muchos peligros, errores que a lo mejor en el momento no vemos, pero que luego aparecerán. ¿QUÉ FILOSÓFICA ME HE PUESTO, NO? A veces me doy miedo con estos arrebatos de trascendencia... Será que es lunes por la mañana y me he puesto las pilas...

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