Como ya escribí en el capítulo I, las vacaciones no son relax y tranquilidad para todos. A parte del drama de los niños, hay otro drama: el de las parejas.
Muchas son las parejas que después de pasar casi un mes juntos sin tener unas obligaciones que los alejan unas 8 horas al día, se discuten sin parar. De hecho, se molestan. Me decía una amiga mía: "No sé qué hacer con mi novio estos días... Me da pereza ir a la playa, ir a un restaurante... ¿Por qué no quedamos los 4? Es que si no es un poco aburrido..."
Qué triste, pensé yo. Qué triste pensar así... ¿cómo puede pasar que cuando tienes unos días para hacer lo que quieras te aburras o no sepas que hacer con tu pareja? No es normal, deberían ser unos días para intimar, hablar, proyectar, reír, jugar, emborracharse juntos, etc. ¿Ha cambiado alguna cosa o no se soportaban desde el primer día? Supongo que un poco de ambos dos; entre la idealización inicial al conocer una persona y la monotonía, un día descubren que lo que tienen en común es un alquiler a medias y poco más.
Y prueba de ello lo son las estadísticas de divorcios y separaciones en septiembre. El número de casos aumenta los dos meses posteriores a las vacaciones. Triste, muy triste.
Pero más allá de las situaciones tan trágicas a las que pueden llegar las discusiones, hay algunas de ellas que son un clásico y muy graciosas (para el espectador). El primer punto, y el clásico de los clásicos son las peleas en el coche.
Las parejas que se van de vacaciones en coche pasan por estas peleas casi inevitablemente en algún momento. Antes, los mapas y sus interpretaciones eran el problema, pero incluso con GPS el tema sigue dando de sí:
- Gira por aquí.
-¿Por dónde?
-Por aquí, por aquí - y señala con la mano.
-¡¿Cómo por aquí?! ¡¿No puedes decir derecha o izquierda?!
-A mi no me grites...
-¡No te grito!
-Ya te has pasado la salida...
-¡Pues indícame!
- He dicho que no me grites. YO así no indico nada.
Y la cosa continúa, hasta que hay morros por el medio, que según el rencor o el orgullo, pueden durar de minutos a horas... Y cuando te paras en un semáforo y ves, en el coche de tu lado la situación, te ríes; pero no hace tanta gracia cuando eres tu el que pasa la discusión, ¿verdad? Pero hay otra cosa más curiosa, ¿por qué la gente sólo vive estas situaciones con las parejas? Es decir, cuando la misma situación se da con amigos no se les habla ni tan mal ni tampoco uno se enfada por tan poco... ¿Qué tendrá eso de las parejas que permite cruzar los límites del trato correcto? Fácil: La confianza da asco.
Estos días que nos movemos con el coche de viaje, he visto un par de estas discusiones. La verdad es que me han hecho reír mucho... y de momento todavía no me ha pasado a mi...
Estos días que nos movemos con el coche de viaje, he visto un par de estas discusiones. La verdad es que me han hecho reír mucho... y de momento todavía no me ha pasado a mi...
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