domingo, 30 de enero de 2011

PECADOS CAPITALES: LA GULA



gula.

(Del lat. gula).

1. f. Exceso en la comida o bebida, y apetito desordenado de comer y beber.




Es frecuente, por desgracia, ver en algunas cenas, comidas, barbacoas o dónde sea que haya comida, una persona que parece que ha venido a llenarse para todo un mes.

Son personas que no se cortan, hay una bandeja con canapés de salmón y si les gustan estás perdido, no vas a probar ni uno. Se instalan allí al lado y venga: uno detrás del otro, sin pudor. Creo que tienen complejo de hámster, hacen igual que el pequeño roedor: comen todo lo que pueden, lo acumulan dentro de sus interminables mejillas, para asegurarse no pasar hambre en un futuro.

Pero estas personas aun son peores que los hámsters: no necesitan guardar alimentos, sencillamente tienen gula. Son la viva imagen de la definición del pecado capital. Pero dejemonos de prosa literaria: son unos maleducados egoístas y demuestran una floja voluntad. ¿Cómo puedes comer una bolsa de patatas entera y dejar a todos los que te rodean sin probarlas? Luego, suele pasar que no son gente delgada, no tiene porque tener sobrepeso, pero delgados no están...

Hace años, en una barbacoa en casa, uno de los invitados encontró una tarta de queso que había hecho para los postres. Mientras todos estábamos en la terraza haciendo la carne con una copita en mano y hablando, el tío iba haciendo idas y venidas a la cocina. Lo que no sabíamos era que se estaba comiendo la tarta. Y se la terminó toda... ¡Qué sorpresa cuándo lo descubrimos! Y se lo dije sin reparos: 

- ¡Oye te has comido toda la tarta! ¿Cómo has podido comértela toda sin saber si era el postre?

Pues el tio sencillamente sonrío, con cara de gilipollas y siguió atacando otra cosa. Me he encontrado muchas más situaciones así. Otro ejemplo:

Restaurante. Pedimos un poco de entrantes para compartir: un poco de jamón ibérico. Los comensales se van pasando el plato y cuando llega a mi turno, queda un triste trozo. Pero no se dan cuenta, les importa tres cojones. Pues bien, solución: pido más, sin consultar. La gente se gira y me mira: que caro resulta el jabugo entonces... Pues lo hubieran compartido. Presupongo que si cogen sin medida es que no les importa pedir más, supongo que un poco de matemáticas saben, y más o menos saben calcular cuánto deben coger.

El descontrol con la comida muestra mucho de una persona. A nivel social, demuestra una mala educación brutal. Es egoísmo, es no pensar para nada en los otros. Tampoco hace falta hacerse el estrecho y coger sólo una patata, se puede ir comiendo poco a poco, sin ansiedad. Por otro lado, a nivel personal, demuestra muy poco control sobre uno mismo. Si hay una cosa que te gusta, está bien que un día te pegues un atracón, pero un día. No que comas sin freno las cosas. Es que así no sientan ni bien. 

Mi problema es que cuando pasa esto en mi casa, o en un restaurante con amigos tengo un serio problema para callar. Me cuesta horrores no decir cuatro cosas, decirle a esa persona realmente lo que pienso. Así que al final respiro hondo y pienso que la que queda mal es ella (supongo que no sólo yo me doy cuenta de la actitud de esa persona) y que por desgracia, no lo voy a evitar. Sólo conseguiré un enfrentamiento con alguna consecuencia nefasta y para qué? Para nada. Homer Simpson no aprenderá nunca.





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